Ellos vs Ellas: Diferentes reacciones... Jajaja!


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Realidad... jajaja!

Ellos quieren la mujer ideal, la ama de casa (que los seduzca permanentemente, la samaritana), la dependiente (para sentir que tienen el mando y que pueden dominarlas), la obediente, la recatada (para que no la mire nadie), la sumisa, la organizadora, la laboriosa, la afectuosa (no en demasía para que no se sientan acosados), "la susanita" (para tener la seguridad de que no van a salir con otros) y la coqueta (pero con limitaciones).

Ellas quieren el romántico (pero viril), el sobreprotector (pero no perseguidor), el talentoso, el trabajador que demuestre su potencial, el generador, el atento, el mediador y el posesivo (con cautela).

Ellos rechazan las mujeres celosas, ambiciosas, compulsivas, mentirosas, seductoras, histéricas, demandantes, asfixiantes, fantasiosas y generadoras de conflictos.

Ellas quieren un hombre paternal, que las organice, que las contenga, que esté siempre atento a sus necesidades, que le demuestre atención, que sean románticos, serviciales y voluntariosos.

Es difícil el tema de las coincidencias. No hay manera de ponerse de acuerdo: cuando existen ciertas coincidencias, faltan otras y la balanza nunca se equilibra. El costo es la dificultad para encontrar una pareja armoniosa. Siempre aparece algo que no deja del todo conforme a uno de los géneros, por lo tanto la respuesta es la falta de compromiso o la huída.

En el consultorio aparecen consultas asociadas a la duda sobre qué hizo uno para que el otro haya huido despavorido, y en algún punto aparece el motivo que se utiliza como excusa: "Tus expectativas difieren  de las mías", "Tú momento es diferente al mío", o alguna otra idea para evitar una relación que lleve a un vínculo posible.

¿No serán excesivos las demandas y los requisitos que cada sexo impone para dar por hecho una relación?
Los acuerdos resultan imposibles en estas circunstancias y el temor se adueña de la relación. Se trata de la fobia al compromiso afectivo como patología del momento que no marca diferencias claras entre géneros.
Los varones temen quedar atrapados y entrampados en una relación formal, sin posibilidad de tiempo libre ni vía de acceso a la libertad. Las mujeres sienten que perderán posibilidades, que su reloj biológico tiene un  límite preciso y que pasado el cuarto de hora si ellos no se deciden se termina el tiempo de encontrar una alternativa de pareja sana y estable.

Es lógico que algunos requisitos sean el pilar para aceptar un vínculo y respetarlo. Otros no se asocian a la cultura ni a la época: lindan con formalidades que no se adaptan y se vivencian con autoritarismo y egoísmo.

Ambos en ciertas forma quieren tener el control de la relación y se niegan a ser manipulados. Es obvio ue en una relación sana la manipulación ocasiona conflictos, pero algunos mensajes son erróneos y se malinterpretan. Todo debe tener el equilibrio justo, los excesos asustan.

 La idea es que se inicie una relación sin tantos requisitos, en forma más relajada. Cada pareja debe sentar las bases en el andar del trayecto y siempre establecer acuerdos en pos a que la relación funcione para no caer en las demandas ni sobre exigencias.

Todas las medidas nuevas adoptadas para dar el sí parecen ser en calidad de conseguir el "no" rotundo. Se desafía permanentemente para ver quién cede y nadie quiere ceder.

Los varones no quieren perder su independencia, sus días de amigos, su posibilidad de conquista que les aumenta e incentiva la autoestima, sus días de gimnasio, etc.

Las mujeres han copiado algunos de estos permisos, quieren sentir que no pierden su tiempo en cosas que les quitan posibilidades de disfrutar y también necesitan del gimnasio, de sus horas de coquetería, privilegios, el café con las amigas, etc.

Desde esta perspectiva, en ambos sexos existe la disconformidad, la falta de renuncias en pos a mantener un vínculo prometedor en el ámbito de la pareja, propuestas inconclusas por un formato acorde a las conveniencias egoístas de cada uno sin considerar el aspecto de las emociones y la interacción que debiera existir en este vínculo.

Reclaman la necesidad de tener una pareja estable pero se alejan de cualquier posibilidad frente a perseguir las demandas sociales de una cultura que esta llena de prejuicios por temores, residuos de algunos antecedentes que dificultan la confianza en la convivencia.

En el consultorio se nota que la falta de relaciones estables implica un estado de ánimo tipo melancólico o depresivo, por el claro sentimiento de soledad y angustia que provoca la nueva forma de concebir las relaciones de pareja en ambos géneros, siguiendo un nuevo modelo social impuesto por supuesto que  ganando algunos libertinajes a costa de renunciar a otras cosas.

Pero el problema más difícil de solucionar es el tema de las compañías, que lleva a que nadie se haga cargo de lo que verdaderamente falta para ser totalmente feliz.

Los amigos solos de alguna manera influencian a sentirse acompañados por quienes no están seguros del estado que quieren elegir, y aconsejan que el mejor estado es el que ellos han adoptado: hablan de que las mujeres tienen una actitud facilitadora y eso es una ventaja para ellos que pueden elegir con quien estar cada día.

Las mujeres de alguna manera se prestan a esta falta de compromiso de los varones un poco condicionadas por esa necesidad imperiosa de tapar la soledad y tomar la delantera. "Para que voy a comprometerme en una relación formal con una compañera, si tengo posibilidades de estar con una cada noche", dice un paciente, dejando de lado algunos aspectos llamativos como estar con una nueva cada noche no implica estar con la persona que uno desearía estar.

Dentro de esta obviedad se pierde la razón verdadera de la dificultad en los compromisos afectivos, de los temores, de las propias inseguridades, de la inmadurez, de la necesidad de regresar a otras etapas evolutivas, de la falta de legitimidad con uno mismo.

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